Senderismo

Barranco del  Aguardentero

Barranco del Aguardentero

Un sendero cautivador rodeado de naturaleza, con álamos centenarios y un arroyo que ofrece un refugio perfecto para los amantes del senderismo y la fauna.
Se trata de un sendero muy atractivo, cómo do y de un alto valor natural, que discurre en parte por el Arroyo de Bodurria. Sin duda un hermoso valle, para disfrutar andando en cualquier época del año dada la peculiaridad del clima del mismo, ya que al encontrarse rodeado de altas cimas por todos sus lados, el valle presenta un tiempo cálido en los fríos días de invierno, al igual que fresco en los calurosos días de verano. Además presenta abundantes sombras y agua, que lo hacen perfecto para esta práctica deportiva en plena naturaleza. Una opción ideal para cualquier época del año. Nuestra ruta comienza en la carretera GR-8101, junto al denominado barranco del Aguardentero; la primera parte del sendero discurre en suave descenso por una pista muy cómoda y ancha que atraviesa un frondoso pinar lleno de vida, no olvide pararse y en silencio, escuchar el canto de tantas aves que pueblan sus ramas. Un poco más adelante, al finalizar el primer kilómetro, justo por nuestra izquierda se unirá a nuestro camino un compañero que ya no nos dejará hasta el final de nuestro camino, se trata del arroyo de Bodurria, que nos acompañara con su murmullo de riachuelo regalándonos postales naturales de incomparable valor natural. El arroyo Bodurria, que después se convertirá en el río Gállego, nace a 2.000 metros de altitud, al sur de Cerro Padilla de 2061 metros situado muy cerquita de donde partimos, y es el responsable de la gran diversidad de nuestra ruta, repleta de tesoros naturales que iremos descubriendo poco a poco, paso a paso, álamos centenarios, bosque en galería, y la vegetación riparia de mayor interés de la Sierra de Baza. Continuamos nuestro camino arroyo abajo hasta un bosque de álamos. Unos 200 árboles “álamos negros” (Populus nigra) de casi tres siglos de edad nos esperan flanqueando el Bodurria. Cada álamo es en sí mismo un pequeño ecosistema, que aporta riqueza natural, prestando cobijo en sus huecos a pequeños mamíferos, multitud de aves y de insectos. Nuestro camino nos invita, siempre en descenso acompañando al arroyo, a ir buscando en cada tronco las formas escondidas, como si de nueves se trataran, y es que estos álamos nos dejarán fascinados con su gran tamaño y sus particulares formas, que según parece fue la clave de su subsistencia, ya que esta deformidad en sus tronco, ese carácter retorcido y curvo los hizo inservibles para ser Nuestro camino nos invita, siempre en descenso acompañando al arroyo, a ir buscando en cada tronco las formas escondidas, como si de nueves se trataran, y es que estos álamos nos dejarán fascinados con su aprovechados en la época maderera, ni tan si quiera para la construcción, lo que fue sin duda alguna una garantía para la supervivencia. Junto a los álamos encontraremos otras especies de vegetación de ribera, como sauces y cerezos silvestre, pero el más llamativo y atípico, es un monumental castaño, también centenario, con un perímetro de tronco de casi cinco metros. Antes de abandonar el bosque de ribera merece la pena deleitarse con las preciosas vistas que desde el arroyo tene mos de la antigua aldea de los Mellizos, situada en el margen derecho del Bodurria, a unos 50 metros. Se trata de un significativo grupo de casas que fueron uno de los más importantes núcleos de población con que contó la Sierra de Baza. La aldea contaba con iglesia dedicada a San Antonio y cementerio propio, celebraba sus fiestas el primer domingo de septiembre, y dos veces al mes organizaba su mercado. Actualmente, y desde los años sesenta, está completamente deshabitada. Volviendo al camino, recorreremos los últimos metros de nuevo bajo los frondosos pina res y acompañados del murmullo del agua..